lunes, 29 de julio de 2013

Monito no está (1)

- Monito, Monito!!! - llamaba Niña Gigante a su amiguito - Monito ¿dónde te has metido, Monito?

Monito no respondía, y eso era algo raro, porque Monito siempre estaba; si una cosa podía decir Niña Gigante de Monito, es que siempre lo tenía a su lado en cuanto lo llamaba, nunca tardaba en oírlo saltar entre las ramas de los árboles más altos, nunca más de medio segundo, antes de oírlo reír y gritar con su voz de Monito: -Niña Giganteeeee, Niña Giganteeeee, aquí estoyyyyyyyyy, buenos díaaaaaasssssss!!!

Pero esta vez Monito no había acudido, y eso era muy raro en él, nunca le había pasado antes, así que se sentó en una piedra cerca de un prado lleno de flores de mil colores, y decidió que era una buena idea recoger unas pocas, para dar una bonita sorpresa a Monito en cuanto llegara, pero era extraño, no sabía cuándo llegaría, si pronto, o si un poco más tarde, nunca había tenido que esperarle.

Niña Gigante empezó a coger flores, de todas las clases, grandes, pequeñas, de color amarillo, de las que tienen motas de color violeta y de las blancas, recogió alguna rosa que vió subiendo por un árbol, y también recogió unas pocas orquídeas preciosas. Recogía flores aquí y allá, y para cuando quiso darse cuenta, llevaba un hermoso ramo, muy hermoso, enorme, tanto que tuvo que dejarlo sobre una piedra.

En cuanto dejó las flores sobre la piedra, miró al cielo, y vió que el Sol se había movido mucho, con la sonrisa en la cara, se había ido moviendo hasta casi estar arriba del todo, y eso quería decir que había pasado mucho tiempo desde que había empezado a recoger flores, pero mucho mucho, y Monito seguía sin venir.

Niña Gigante recoge flores y más flores mientras llama a Monito.
- Monitooooooo, Monitoooooooo ¿estás por ahíiiii? Monitooooooo - llamó algo más extrañada y un poco preocupada Niña Gigante, claro, nunca había estado esperando así, y se empezó a hacer algunas preguntas - Monitoooooooo, si es una broma sal, de verdad, Monitooooo, que quiero que vayamos a jugar a la playita de ramas, donde se pueden hacer cabañas de madera y castillos de arena.

Pero Monito no aparecía por ninguna parte, ni se le oía, tan sólo se podía oír el ruido del río, las golondrinas piando en el cielo, las ranas croando no muy lejos, pero nada de la voz de Monito, era raro ¿y si le había pasado algo? ¿y si se había perdido? no no, eso era imposible, Monito conocía muy bien todo eso ¿y si se había caído a un agujero y no podía salir? no no, tampoco, Monito era un trepador magnífico ¿pero y si se había torcido una patita? Niña Gigante estaba empezando a preocuparse un poco más, tanto que incluso pensó en Caragato.

- Monitoooooooo, dime algooooo, contesta Monitoooooo ¿estás por ahí? Monitoooooo - Niña Gigante no sabía muy bien qué hacer ni dónde ir a buscarlo - Monitoooooo - la cara de Niña Gigante tenía los ojos muy muy abiertos, por un momento se sentía sola, y no le gustaba sentirse así de sola.

Niña Gigante decidió que lo mejor que podía hacer era seguir recogiendo flores, porque seguramente su amiguito estaría ocupado, preparando una fiesta sorpresa, o tal vez se había quedado dormido a la sombra de un árbol, al fin y al cabo era un día de mucho calor, o quizás sólo se había retrasado porque se entretuvo persiguiendo las hadas de las Estaciones, ahora que su rodilla ya estaba bien curada, así que eso hizo, seguir recogiendo flores para hacerle un precioso regalo a Monito.

Que raro era todo eso, seguía pensando Niña Gigante, que rarísimo que Monito no estuviese allá con ella, nunca nunca antes había faltado, que raro.

Las horas iban pasando poco a poco, Niña Gigante ya había preguntado a las ranas de la charca por Monito, a los topos, que ya sabemos que están casi ciegos, pero nunca se sabe, había preguntado a un León que pasaba por allá e incluso a las hadas de las estaciones, que se acercaron a recoger flores como ella, y la respuesta siempre fue la misma: - No, no he visto a Monito, ¿no está contigo? que cosa rara...