martes, 2 de julio de 2013

la herida

Niña gigante y Monito llevaban un tiempo jugando al pilla pilla, corriendo entre las piedras y los árboles, por encima de la hierba, con sus amigas las Hadas, que como tienen alas, no había manera de cogerlas.

- ¡¡¡Te la quedas Monitooooo!!! - gritó Niña gigante tan feliz, había atrapado al fin a su amiguito después de perseguirlo sin parar durante un montón de rato, unos diez o quince minutos, un montón.
Monito estaba rojo de cansado, había intentado todo para no dejar que Niña gigante le cogiera, hasta se había subido a las ramas de los árboles más altos, pero Niña gigante era gigante, muy alta, muy alta, y al final, en un momento que Monito pensó que la había despistado, allí apareció entre las ramas, para atraparlo.

-Te la quedas Monitooooo, te la quedas, te la quedas... - empezaron a cantar las hadas entre brillos y colorines que caían de sus alas - te la quedaaaaaaaassss, a que no nos cogeeeees.

- Jaaajajajajaja - se reía Niña gigante - no, no, no, no podrás con nosotras, no nos cogerás, correremos y volaremos rápido y no nos encontrarás.

Monito empezó a reirse, pero estaba un poco cansado, porque había corrido y saltado mucho antes, así que sin esperar mucho, contó hasta diez y empezó a correr detrás de sus amigas, rápido como el viento, rápido como un coche de carreras, pasando al lado de los árboles zoom, zoom, zoom, saltando entre las ramas, deprisa, muy deprisa, tanto tanto, que tenía cerquita cerquita al Hada del Verano, que se había entretenido mirando una flor Amarilla como su vestido.

Era su oportunidad, así que saltó fuerte fuerte hacia adelante pero con tan mala malísima suerte, que tropezó y fue a parar al suelo entre las piedras y las flores y las ramas, entre un montón de ruidos, y ahí se quedó, moqueando y con dos lágrimas que salían de sus grandes ojos.

Niña gigante cura a Monito con la ayuda de las Hadas de las Estaciones

-Ayyyyy, Niña gigante, Niña giganteeeeee -llamaba desconsolado Monito- veeeen Niña gigante, creo que me he roto algo porque me duele mucho mucho aquí -dijo Monito señalándose la pierna, donde se le podía ver un arañazo del que salían unas gotitas pequeñas de sangre- Ayyyyy Niña gigante, duele mucho, ayúdame por favor.

Niña gigante que en cuanto oyó el ruido de la caída de su amiguito dio media vuelta hacia él, estaba ya de cuclillas a su lado, mirando la cara de Monito con una sonrisa grandísima, porque había visto que Monito no se había roto nada, que sólo tenía un arañazo bien pequeño.

-Ven aquí Monito -trató de consolarle Niña gigante- ven aquí -y lo cogió entre sus brazos, casi acunándolo- te diré lo que voy a hacer, mira no te has roto la pierna, porque puedes moverla bien bien, seguro seguro, que hasta puedes saltar, pero sí que te has hecho sangre, así que lo que voy a hacer es curar bien esa herida, y nos ayudaran nuestras amigas las hadas ¿verdad?

-Verdad, verdad, verdad - contestaron al unísono las cuatro hadas.

-El hada de la Primavera y la del Verano irán a por flores rosas y amarillas, y el hada del Otoño y la del Invierno, traerán flores rojas y azules, luego, como me enseñaron mis padres cuando me hice una herida igual que tú, la curaremos con las flores ¿vale?

-Sí por favor Niña gigante, por favor -contestó Monito haciendo pucheros.

Al poco rato, las hadas estaban de vuelta y mientras ellas buscaban flores, Niña gigante cantando una canción, había limpiado con agua fresca y un paño, la herida de Monito, luego le había puesto un poco de mercromina y le había soplado un poco.

De esta manera, la niña gigante dando las gracias a las hadas por haber traído unas flores tan bonitas, empezó a quitar los pétalos y a rozar con ellos la herida de Monito, haciéndole cosquillas en la pierna, primero con pétalos rosas, luego con pétalos amarillos, luego con los rojos y finalmente con los azules.

Una vez que terminó, le preguntó a Monito: -¿Estás mejor?

Y Monito con los ojos muy abiertos contestó: -Muuuuuuucho mejor, muchísimo mejor, no sabía que las flores de colores podían curar tan bien tan bien, ya no me duele nada de nada rió y gritó de alegría mientras no paraba de dar botes alrededor de sus amiguitas.

Niña gigante no podía dejar de sonreír de felicidad al ver a Monito volver a saltar y reír y de darle abrazos y de decirle gracias gracias gracias entre salto y salto.