Monito nunca llega tarde a su cita con Niña gigante.
Aquella noche ya la estaba esperando, sentado en una piedra y jugando con una hormiga pequeña pequeña, cuando la vio aparecer con algo extraño en la cabeza. Parecía un sombrero, sí, sí, era un sombrero de copa alta, era un sombrero de mago, un sombrero de mago que hace magia y saca conejos de dentro, y flores de colores y conejos blancos de ojos alegres.
-¿Que estará tramando?- se preguntó.
También traía un palito en la mano, un palito de madera negra, fino y largo, un palito casi casi recto, menos por los lados por los que estaba torcido, y decia palabras difíciles en voz alta.
Monito, se escondió y la observó sin decir nada.
Niña gigante parecia divertirse, tocando los objetos con su varita mágica, y haciendo reverencias al público. De pronto dijo en voz alta:
- ARAPARUM, RAPATULITO!!!! que aparezca Monito.
Monito dió un salto y se puso delante de la niña, con los brazos en alto como un trapecista.
Niña gigante no podía creerlo, su cara se quedó congelada en una mueca de estupor, sorprendida y con los ojos muy abiertos muy abiertos, que parecía que se le iban a salir, aunque como sabemos todos, los ojos no se pueden salir porque están agarrados fuerte fuerte desde dentro con unos cables, bien sujetos, sí señor ¡su magia funcionaba! ¡hizo aparecer a Monito!
-¿Lo has visto Monito? te acabo de hacer aparecer, he dicho mis palabras mágicas, y movido mi varita mágica y de repente apareciste a mi lado, soy la mejor maga del mundo. Rió entusiasmada.
-Sí, niña gigante, ha sido increible, yo estaba en el río jugando con una hormiga pequeña pequeña, sentado en una piedra y de repente estoy aquí. Vaya susto se debió de pegar la hormiga -contestó divertido Monito.
Monito, que es muy juguetón, quiso gastarle una broma a su amiga. Se le ocurrió que entre los dos podían hacer magia de verdad, magia de la que hacen los magos de sombrero de copa y varita mágica, magia de color y de aplausos, y así se lo dijo a niña gigante:
-Niña gigante, niña gigante -exclamó feliz- he pensado, que ya que tienes tantos poderes mágicos, podías hacer una actuación para nuestros amigos del bosque.
Niña gigante lo miró entusiasmada con la idea, quería hacer un gran espectáculo, uno que los amigos del bosque, los pájaros, las hormigas y las ardillas, no olvidarán jamás. Niña gigante recordaba que hacía un tiempo había visto en televisión a un mago meter a su ayudante en una caja, después con unas espadas, había atravesado la caja, pero claro como era un mago y de los buenos, un mago de sombrero de copa y capa, el ayudante ya no estaba en la caja, y con una explosión apareció detrás del público metido en una jaula. Tal cual lo recordó, se lo fue contando a Monito, que a su vez se fue quedando cada vez mas serio y mas blanquito...
-Creo que me estoy mareando -dijo Monito- ¿cómo que una caja con espadas, Niña gigante? ¿de espadas de verdad?
Monito, no quería defraudar a su amiga, pero tampoco quería meterse en la caja, y mucho menos, quería que Niña gigante clavase espadas en la caja y lo ensartase como a una banderilla de aceitunas y gambas, en menudo lío se había metido.
Niña gigante mientras, seguía emocionada con la actuación y ensayaba nuevos trucos, porque estaba maravillada ante el descubrimiento de sus nuevos poderes de maga, y quería hacer el mejor espectáculo del bosque.
-ARAPARUM, RAPATUANA !!! que aparezca una rana.
Monito oyó esas palabras y corrió al río a buscar a su amiga la rana, así que la cogió con suavidad de la charca, y guiñándole un ojo, se acercó detrás de Niña gigante sin hacer ruido y puso la rana a su lado, de manera que Niña gigante, por supuesto, pensó que la había hecho aparecer de la nada.
Niña gigante ensayaba trucos y más trucos, y Monito estaba cansadísimo de correr hacia atrás y hacia adelante, trayendo y llevando todo lo que se le ocurría hacer aparecer y desaparecer a su amiga, lo que le supuso un serio problema cuando quiso que apareciera de la nada un elefante bien grande. Monito tuvo que inventarse una pequeña mentira para contarle, le dijo que tal vez era aún muy joven para traer elefantes de la nada, y por supuesto, Niña gigante que siempre creía a su amiguito, asintió convencida de que tenía que ser así, porque Monito lo decía.
En una de estas, y viendo que niña gigante estaba distraída con otras cosas como saltar y bailar, Monito fue corriendo corriendo donde su amiga la rana, buscando desesperado su ayuda, porque sabía que tarde o temprano, Niña gigante querría probar el truco de la caja y las espadas:
-Tienes que ayudarme ranita, Niña gigante quiere meterme en una caja y cruzarla de espadas y es por mi culpa, la engañé, le quise gastar una broma, le dije que haríamos un gran espectáculo de magia para nuestros amigos del bosque y le hice creer que es una gran maga. Ahora piensa que lo es, y quiere meterme en una caja y, y...
Monito cada vez más mareado y blanquito, siguió diciendo a la rana: -Ayúdame por favor, tienes que ir a verla y decirle que tu eres Monito, que te ha convertido en rana y que la magia es muy peligrosa y no se puede jugar con ella -Monito estaba preocupadísimo y cada vez estaba liando mas las cosas- Este es mi plan, le diré a Niña gigante que repita el truco de la rana, que me gustó mucho, y le haremos creer que en un descuido, me ha convertido en rana, sí, sí, sí, eso haremos ¿qué te parece ranita, qué te parece, me ayudarás, sí, me ayudarás?
La rana, que aparte de ser de color verde, era muy sabia le dijo:
-Croak, croak, haré lo que me pides Monito, pero quiero que sepas una cosa: nunca, nunca, nunca, nunca se arregla una mentira contando otra más gorda, y ¿sabes por qué?
-No - contestó Monito.
-Porque al final una vez que empiezas a mentir, nunca sabes cuando parar, y las mentiras, cada vez se van haciendo más grandes, y una vez que dices la primera mentira, las demás vienen seguidas, y al final de todas las mentiras, se hace daño a los amigos buenos.
Dicho esto, la rana se dispuso a poner en marcha el plan de Monito, y Monito salió corriendo donde estaba Niña gigante. Agitando los bracitos y llamando su atención le dijo alegre y casi cantando:
|
Niña gigante se dispone a volver a hacer el truco de la rana. |
-Niña gigante, Niña gigante!!! he pensado que quiero que me repitas el truco de la rana, porque me ha parecido increíble, cómo apareció de la nada de detrás de ti, dando saltos entre la hierba y croando como croan las ranas -mientras, la rana esperaba escondida detrás de Niña gigante.
Niña gigante, que quería asombrar a su amigo, se puso muy seria muy seria, y se colocó el sombrero de copa bien tieso sobre la cabeza, agitó la varita mágica, y bien alto y los ojos cerrados dijo:
-ARAPARUM, RAPATUANA !!! que aparezca una rana.
En ese preciso instante, la ranita salió con un gran salto de detrás de la niña, apareciendo delante de sus ojos, y al mismo momento, Monito saltó alto muy alto hasta cogerse a la más alta de las ramas del árbol que tenía más cerca, y se escondió.
-Croak!!! -dijo la rana- croak croak!!! - repitió la rana.
Niña gigante estaba encantada porque su truco había funcionado y llamó: -Monito, Monito, ¿lo viste? ¿lo has visto? ¿eh? ¿lo viste? -pero no veía a Monito por ninguna parte, ni a la izquierda, ni a la derecha, parecía que hubiera desaparecido.
-Croak!!! -dijo la rana- croak soy yo, Monito!!! - repitió la rana -croak, Monito, Monito, crrroak, crrreo que algo ha salido al revés, porque de repente, crrrroak, me siento como una rana, y crrrroak, todo es muy grande, eres una Niña enoooooorrrrrrme, crrrroak.
Niña gigante no salia de su asombro ¿de verdad era Monito convertido en rana? ¿qué había podido pasar? ¿cómo había podido suceder? estaba segura de haber dicho las palabras correctas, justo como lo había hecho antes ¿podría ella deshacer el hechizo?. Niña gigante se echó entonces a llorar, porque no encontraba una solución, y Monito iba a ser siempre una rana ahora y tendría que llamarle Ranito. Realmente la magia era peligrosa cuando no se sabía usar, la diversión se había acabado y se prometió entre mocos y suspiros y sollozos, que nunca nunca nunca más utilizaría la magia, nunca más.
Monito, desde la copa del árbol, estaba triste por haberle mentido a su amiga, y por haberle hecho llorar de aquella manera, porque el sabía que la magia no era mala, ni los trucos, pero que las mentiras, como había dicho su amiga la rana, eran malas, muy malas; a medida que veía las lágrimas de Niña gigante, Monito también se echó a llorar como un Magdaleno.
Monito no aguantó más y saltó del árbol donde se había escondido y abrazó a Niña gigante, que no salía de su asombro por ver otra vez a Monito con ella. Este, le contó todo lo que había pasado, la broma, las mentiras, el truco de su amiga la ranita, el miedo que había pasado por el truco de la caja y las espadas, y lo arrepentido arrepentido que estaba por haber mentido a su amiga.
-No llores más Niña gigante - acertó a balbucear Monito- ha sido mi culpa, ha sido todo todo mi culpa, sólo quería gastarte una broma y no sé qué pasó... Te mentí porque estaba asustado, y la broma y las mentiras se hicieron más y más grandes, como una bola grande de nieve, y una mentira me ha llevado a otra más gorda, y a otra, hasta que al final, mira, he conseguido hacerte llorar y hemos acabado los dos llorando, rana me lo advirtió y no le hice caso.
-Tranquilo Monito -dijo Niña gigante- tranquilo, ya sé que no fue con mala intención, muchas veces hacemos cosas asustados, y sin pensar, no te preocupes -dijo haciéndole cosquillas detrás de la oreja.
Se abrazaron muy fuerte muy fuerte y decidieron no mentirse nunca más, pero nunca, nunca, nunca más.
A lo lejos se oyó una risa y un fuerte croooooak.